lunes, 1 de noviembre de 2010

Vals de los enamorados y unidos hasta siempre

No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.

Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
Miguel Hernández


Corazón de Leona
Corazón de leona
tienes a veces.
Zarpa, nardo del odio,
siempre floreces.
Una leona llevaré
cada día como corona.

Miguel Hernandez

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